El desembarco de artistas en Campos es esperado cada verano como la lluvia en mayo. Es un acontecimiento casi mágico que trastoca la tranquilidad de un pueblo que se sumerge en el sosiego que impone este calor obstinado de ferragosto. ArtNit Campos quiebra la cotidianidad doméstica con su modernidad antielitista, defendida este año por más de cien creadores venidos de distintas partes del mundo. Récord de participantes y de proyectos recibidos (casi 200). Los campaners se vuelcan porque estos jóvenes les implican con sus propuestas: o bien porque demandan material de las casas para ejecutar sus obras o porque precisan de un taller (Campos está llena de cocheras) en el que trabajar. A la hora de comer, los variats de Sa Granja vuelan. Los artistas están en la calle, en los edificios públicos, conviven con la gente durante días. Es un ejemplo de arte cercano, colaborativo y transformador. Lo contrario a formar parte de un club selecto.

El making off del festival de arte emergente más pujante y vigoroso de Mallorca -que se celebra este sábado de 18 a 02 horas- vivía ayer su punto álgido en la plaza de Can Pere Ignasi, bañada por un sol cegador y fogoso. Paula Fraile le sigue el rastro a los chicles pegados en el suelo. Con pintura reflectante, reconstruye el dibujo que conforman si los uniéramos con una línea recta. "Es una reflexión sobre el uso que hacemos de la calle y cómo intervenimos sobre ella de manera involuntaria", explica. Un poco más arriba, dispara con sus esprays contra las balas de paja el artista australiano Zziro Zziro. Mientras, Xavi Muñoz y Federico Tosco (Yomuto Atelier) sacan brillo a la antigua vajilla de cristal que los c ampaners han donado a los creadores para componer una gran vidriera con efectos de luces. Un proyecto que trabaja con la memoria de lo cotidiano y la identidad.

Más sofisticada y conceptual es la propuesta de Marc Vilanova en el antiguo cine Sa Recreativa. El barcelonés se ha marcado una instalación performativa perturbadora y de compleja ejecución. Una suerte de cámara oscura donde una docena de saxos ofrecen un concierto sin instrumentistas gracias a un software programado a partir de los corales de Bach. Una reflexión sobre la inteligencia artificial y la automatización. Una distopía incómoda pero bella. En el sótano, Rod Robinson reutiliza la basura para moldear esculturas.

La amistad y las sinergias impensables también han sido posibles en este ArtNit Campos. El joven esloveno Luka Zabret ha trabajado codo con codo junto a Toni 'Gasparet', herrero jubilado del pueblo. Sus manos están teniendo una segunda vida.