Tiene el encanto de lo sencillo y de lo simple, pero también derrama una ternura contagiosa que encuentra eco tanto entre el público adulto como en el infantil.

Este tríptico de cine de animación, integrado por tres segmentos que se mueven en el terreno del corto, con una duración total de 83 minutos, demuestra que el binomio formado por Patrick Imberty Benjamin Renner afronta la animación desde una óptica muy personal y, sobre todo, encantadora.

Su opción por utilizar un dibujo de trazos muy sencillos a lápiz y acuarela no solo confiere un estilo propio, sino que le reviste de una ingenuidad deliberada que prende en el espectador.

Los tres episodios de la película, ‘Un bebé para repartir’, ‘El malvado zorro feroz’ y ‘Una Navidad perfecta’, componen un menú que se digiere con evidente satisfacción.

El primero revela todas las peripecias que sufre el envío de una criatura por correo, un proceso realmente infestado de anécdotas y de riesgos que, por supuesto, culmina felizmente y con la emoción de los receptores del insólito «paquete». El sketch más extenso y con soluciones más divertidas es ‘El malvado zorro feroz’, en el que los animales, como siempre, tienen la voz cantante, desde un zorro que es padre de una familia de polluelos hasta un pato empeñado en ser Papá Noel o un conejo que se comporta como una cigüeña.

El relato recrea los animales propios de una campiña en la que el deseo por ser más listo que el rival da pie a momentos que conllevan el ridículo colectivo, tanto del zorro y del conejo tonto como de la gallina impulsiva. Eso sí, nadie supera la capacidad de ternura de unos pollos que quieren ser más listos que lo que su corta edad indica. En fin, que con unos presupuestos ínfimos, más aún si se comparan con el cine animado de Hollywood, se pueden hacer cosas espléndidas.

Sin olvidar que Benjamin Rennery Patrick Imbert son los creadores de Ernest y Célestine, nominada al Oscar como Mejor Película de Animación y ganadora del Premio César de Animación.