No apura todas las fuentes de inspiración que se abren a la hora de reflejar la personalidad de un trío de personajes que no han logrado, ahora que han llegado a los cuarenta, estabilizar su existencia, de forma que están a la espera de una segunda oportunidad que les permita mejorar su presente.

Son personas vinculadas a la música rock que tenían el éxito al alcance de la mano pero que vieron sus posibilidades frustradas, aunque ahora quieren mejorar su fortuna. Se trata de la pareja formada por Chris y Annie, de quince años de relación, y de Tucker Crowe, un compositor y cantante que ha dejado hijos allá por donde ha pasado.

Lo decisivo, sin embargo, se produce ahora, tras resucitar una vieja canción de su repertorio, Juliet, que renueva sus lazos, primero a través de internet y después como consecuencia del encuentro personal. Responsable de una larga filmografía dominada por los productos televisivos, tanto telefilms como series, y en la que han tenido cabida cinco largometrajes para la gran pantalla, entre ellos: ‘The Chateau’, ‘Fast tracky Our idiot brother’, esta es la única cinta de Jesse Peretz que ha llegado a los cines españoles y la que mejor describe su universo.

Aporta una cierta coherencia a Tucker, descubriendo que Annie es bastante más de lo que podía concebir en principio y sugiere que entre ambos hay muchas cosas, algo que ni siquiera cortará ese infarto que ha estado a punto de acabar con él y que ha reunido alrededor de su cama a parte de su nómina sentimental y que le permitirá unirse al único hijo al que parece tomarse en serio, el todavía niño Jackson.

La película mejora de forma perceptible su estatus en esta segunda mitad en la que, además, hay un factor de peso, la ciudad de Londres como base de las operaciones sentimentales y profesionales del protagonista. No se llega a conformar todo el peso dramático y romántico, pero al menos tampoco se deteriora la trama. Y el momento en que Tucker interpreta ‘Waterloo Sunset’, es el más inspirado de la cinta.