Es una aportación irrelevante y sin apenas alicientes al cine de animación alemán que ha conseguido una mínima proyección internacional gracias a contar en la versión original en inglés con las voces de dos notables actores, la ganadora del Oscar por El lector Kate Winslet y el nominado a cuatro estatuillas Willem Dafoe.

Rodada en los estudios Luxx de Alemania, no logra activar el argumento ni dotar a las imágenes del encanto y de la vitalidad requeridas. Son defectos propios de una opera prima en la que los dos realizadores, Christian Haas y Andrea Block, no han sabido imponer su estilo. El argumento nos introduce en el universo de las gaviotas, en donde trata de abrirse paso Manou, un pájaro vencejo que se cree que es una más del grupo.

Tanto es así que su mayor ilusión no es otra que incorporarse a la rutina diaria de las gaviotas, ignorando su verdadera identidad. Hay en este punto un intento de dar paso a esa circunstancia peculiar de retomar su origen, pero únicamente se abordan aspectos superficiales que impiden que esa realidad tome cuerpo.

Es entonces cuando vencejos y gaviotas sufran un ataque colectivo que les exigirá coaligarse para trabajar en equipo. El éxito es rotundo y Manou no tarda mucho en convertirse en el héroe que nadie conocía. Con una materia prima y unos ingredientes técnicos discretos en el mejor de los casos, que no excluyen altibajos en el relato; unos diálogos que podían haber sido más imaginativos y una fase final con toma de conciencia incluida, se impone un factor didáctico que no es lo reconfortante que sería de desear.