Pese a sus duras críticas de Hollywood, William Goldman, fallecido a los 87 años, estaba destinado a brillar en el mundo del cine, donde se le recordó hoy como uno de los mejores guionistas del séptimo arte como autor de "Dos hombres y un destino" o "La princesa prometida".

Ingenioso, legendario y talentoso fueron algunos de los adjetivos con los que fue descrito el escritor por destacados actores, productores y directores, quienes aseguran que fue una parte esencial de las películas más trascendentales de las últimas décadas que le llevaron a hacerse con dos Óscar.

Sin embargo, ese aprecio de la elite del cine estadounidense hacia Goldman no era correspondido y en más de una ocasión lo degradó públicamente, como en su obra autobiográfica, "Las aventuras de un guionista en Hollywood", que narra el funcionamiento y los entresijos de la industria cinematográfica de los años setenta y ochenta.

Nacido en 1931 en un pudiente suburbio al norte de Chicago, Goldman vivió una dura infancia, con una madre autoritaria y un padre alcohólico de los que habló con frialdad en alguna ocasión en entrevistas con los medios.

Tras el suicidio de su padre cuando él tenía 15 años, se graduó en la escuela secundaria de Highland Park en 1948, más tarde pasó dos años en el Ejército y después obtuvo un título en la universidad neoyorquina de Columbia.

Completada su formación académica, Goldman empezó a escribir novelas y guiones de teatro, pero después de tres fracasos en Broadway "huyó", según sus propias palabras, a Hollywood, donde desarrolló su meteórica carrera como guionista de cine.

Uno de sus primeros proyectos fue "Harper, investigador privado" (1966), que protagonizó Paul Newman, y después la que sería una de sus minas de oro, "Dos hombres y un destino", otra vez con Newman, al que se unieron Robert Redford y Katherine Ross, y que le valió su primer Óscar.

Tras dedicar la fortuna que ganó con ese film a otro proyecto teatral, escribió en 1973 la novela "La Princesa Prometida", que se convirtió en una de sus obras más queridas por el público, especialmente cuando saltó a la gran pantalla en 1987.

De ella salió una de las frases más míticas del cine: "Hola, me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate para morir".

Fue una neumonía ese mismo año, en 1973, y el consecuente ingreso hospitalario que afectó su salud durante meses, lo que le llevó a un periodo de bonanza creativa, en la que escribió varios guiones y novelas.

Poco después, en 1975, escribió "Todos los hombres del presidente", por el que ganó su segunda estatuilla con la historia de cómo los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein destaparon el escándalo de Watergate que llevó a la dimisión del presidente estadounidense Richard Nixon.

El último trabajo de Goldman en un largometraje fue en 2015 con la película de Simon West "Jugada salvaje", aunque anteriormente había adaptado al cine novelas de Stephen King, como "Corazones en la Atlántida", "El cazador de sueños" o la famosa "Misery", que le valió el Oscar a la mejor actriz a la estadounidense Kathy Bates.

Varias figuras destacadas de Hollywood expresaron hoy su tristeza por su fallecimiento, como el cineasta Ron Howard, que describió a Goldman como "uno de los mejores y más exitosos guionistas" del cine estadounidense.

"William Goldman tuvo mucho que ver en la creación de algunas de las películas trascendentales de los 70 y más adelante", tuiteó por su parte el actor Ben Stiller.

El novelista Stephen King destacó que Goldman era "ingenioso y talentoso" y afirmó que el guion de su libro "Misery" "fue algo bello".

La Academia de los Oscar, por su parte, le describió en las redes sociales como una "leyenda" que compartió su "espíritu, imaginación y palabras imperecederas".