Icono de la literatura
"Rock star" en París, un tipo corriente en Oviedo, así era la vida de Paul Auster
El fallecido visitó Asturias dos veces, la primera para recoger el "Príncipe" de las Letras, amable y accesible, y la segunda vino acompañando a su esposa, también premiada, y se mantuvo en segundo plano
Elena Fernández-Pello
De Paul Auster se suele decir que es más conocido y apreciado en Europa que en Estados Unidos. En 2007, la revista "New York", le dedicaba un reportaje que tituló, entre el escepticismo y la sorpresa, "Auster es una estrella del rock en París". Así se le esperaba en Oviedo, como a un inalcanzable icono de la literatura, cuando llegó a recoger el premio "Príncipe de Asturias" de las Letras, en 2006. Pero no fue así, en absoluto.
Aquel mes de octubre Auster se paseó por media Asturias, y se mostró accesible y amable, firmando autógrafos y conversando con la gente relajadamente. Un tipo corriente. Mantuvo un encuentro con alumnos y profesores en el campus del Milán, en Oviedo, multitudinario; visitó en Avilés la exposición del 25.º aniversario de los premios, y en Gijón participó en una charla de cara al público con el cineasta Pedro Almodóvar, otro de los galardonados de aquella edición. Con él vino, como acompañante, su esposa Siri Hustved.
Por aquel entonces, el escritor, como dejó dicho en su discurso en la ceremonia del Campoamor, era optimista sobre el futuro de la novela: "Nos hacemos mayores, pero no cambiamos. Nos volvemos más refinados, pero en el fondo seguimos siendo como cuando éramos pequeños, criaturas que esperan ansiosamente que les cuenten otra historia, y la siguiente, y otra más".
El continuó imaginándolas y escribiéndolas en el espacio de tiempo que medio entre aquel primer encuentro con Asturias y su segunda visita. En su regreso hizo de personaje secundario. Ahora era él el acompañante, ya en 2019, y era Siri Hustved quien recogía el premio, también de las Letras, pero ahora otorgado por la pequeña Princesa de Asturias. Auster se dejó ver poco, siempre en segundo término, intentando desaparecer entre la gente. La hija de ambos, Sophie, también se acercó hasta Oviedo, para presentar su disco y dar un concierto en la Fábrica de Armas.
Ayer, tras conocer la noticia del fallecimiento del novelista, la directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, expresó su "profundo pesar" por su pérdida y destacó que, en su paso por Asturias, en las dos ocasiones, Paul Auster "fue siempre generoso y no dudó en compartir su tiempo con sus fieles seguidores".
"Universos particulares"
"A todos los que disfrutábamos con sus libros, nos queda el legado de sus obras, como reflejo del tiempo que nos ha tocado vivir, con la cotidianidad al servicio de su imaginación para crear sus universos particulares", afirma Teresa Sanjurjo en su nota de condolencias, una reflexión que invita a leer y releer la obra del cronista literario de Nueva York para mantenerlo vivo.
Las historias que Paul Auster compartía con sus lectores "le rondaban durante años". En una entrevista concedida, en el año de su "Príncipe", a La Nueva España, del mismo grupo editorial, Paul Auster reconocía que le costaba "mucho tiempo absorber lo que me regala mi inconsciente".
"Nos enfrentamos a un mundo enormemente confuso, un tiempo que refleja, sobre todo, en sus obras literarias una gran confusión. Pero, al mismo tiempo, creo que algo que hay que recalcar es que los seres humanos no hemos cambiado demasiado en mucho, mucho tiempo. Es por eso que podemos seguir leyendo a los antiguos griegos y sentir que estamos leyendo algo sobre nosotros, hoy", reflexionaba el escritor por entonces.
Del mismo modo, es de presumir que los relatos del Auster seguirán leyéndose por mucho tiempo y continuarán hablándoles. "Las historias que escribo vienen de lugares muy escondidos dentro de mí", avisaba a su paso por Oviedo.
La editorial "Jucar", de Gijón, editó la primera novela de Auster en España, "La ciudad de cristal"
Corrían los años 80, Silverio Cañada había fundado la editorial "Jucar" y contaba como asesores editoriales con Paco Taibo, que por entonces residía en Nueva York, y el periodista Juan Cueto. Entre los tres pergeñaron el desembarco de la primera novela de Paul Auster en España, en 1988, por Gijón, donde "Jucar" tenía su sede, y con traducción de Ramón de España. Ejemplares de aquella edición aún salen a la venta en la Semana Negra de Gijón, en el supermercado del libro. Unos años después, el ilustrador Ángel de la Calle diseñó la cubierta de la recopilación de novelas que conforman la antológica "Trilogía de Nueva York", también para "Jucar". "Fue una de las editoriales más importantes de los 70, 80 y 90 españoles", comentaba ayer De la Calle, y Silverio Cañada "un monumento a la difusión de la cultura". Y otra conexión asturiana: el poeta y crítico gijonés Jordi Doce es el traductor en España de la poesía completa de Auster, editada por Seix Barral.
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