OPINIÓN

¿Un punto y aparte para qué?

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

Pedro Sánchez, presidente del Gobierno

Jaume Bauzà

Jaume Bauzà

A las 10:59, un minuto antes de que empezara su comparecencia sin preguntas, todo el mundo tenía claro que Pedro Sánchez se iba. A las 11:01, iniciada su intervención, más claro todavía. A las 11:04 no había ya casi ninguna duda y a las 11:06, el bombazo: «He decidido seguir con más fuerza si cabe».

Incluso los gritos que se escaparon de la Moncloa inmediatamente después del anuncio del presidente encerraban más sorpresa que euforia por un desenlace tan extraño a cinco días desconcertantes. Porque Sánchez tenía dos opciones: irse o quedarse para librar una batalla legislativa contra el bulo y el fango, pero ha elegido una tercera, un «punto y aparte» sin contenido que no responde a ninguno de los interrogantes que él mismo abrió cuando reclamó un tiempo de reflexión. Es más, desde ayer todavía hay más preguntas.

Por ejemplo ¿Un punto y aparte para qué? ¿Para derogar la Ley Mordaza? ¿Para depurar a la policía patriótica? ¿Para descubrir a los fabricantes de desinformación que han asediado a independentistas y dirigentes de Podemos con burdos montajes? No lo sabemos porque el presidente no pasó de vagas referencias a «regenerar la democracia», una frase muy manoseada por todos los partidos desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda.

Nadie vio venir esta última pirueta de Sánchez, y nadie la ha entendido. Si era un llamamiento a la empatía, ninguno de sus enemigos se ha dado por aludido. ¿Y ahora qué?

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