Lletra menuda: El triste significado de un hito

Pintadas en la ciima del Puig de Galatzó

Pintadas en la ciima del Puig de Galatzó / Toni Turrión

Llorenç Riera

Llorenç Riera

A los pies de los puntos geodésicos que coronan las montañas de Mallorca suele haber una placa ovalada que informa de la propiedad estatal del pilar con la advertencia añadida de que su destrucción o deterioro será perseguido por la ley. Aún así, muchos de ellos presentan un estado deplorable y no solo por efecto de las inclemencias meteorológicas propias de estos lugares. La falta de mantenimiento y el gamberrismo anónimo también hacen su efecto en un proceso degradante que ahora sobrepasa todos los límites en el Puig de Galatzó. Las pintadas de autor desprestigiado por sus propias acciones han llegado a la columna orientativa sobre tan emblemática cima.

Lejos de limitarse a ser solo una monumental agresión estética de Palma, los grafitis se expanden por los vagones y trazado del tren y manchan ya playas bucólicas, naves industriales o humildes casetas de aperos en fora vila.

En el Galatzó han superado un nuevo límite con el agravante de haberlo hecho con firma identificable en Instagram en un perfil con más de un millar de seguidores, lo cual, triste es decirlo, nos permite sostener que este tipo de practicas cuentan con cierta tolerancia, al menos por parte de un sector de la sociedad.

Con todo ello, deberemos resignarnos a admitir que el hito geodésico de la séptima montaña de Mallorca en altura ya no es útil solo para hermanar a Estallencs, Puigpunyent y Calvià o ser referente de la topografía y la cartografía, sino que encumbra el vandalismo y la irreverencia patrimonial de quienes no deberían salir de casa y de quienes les arropan con su tolerancia.

No hay denuncia, vigilancia ni control suficiente para contrarrestar o prevenir tanto incivismo. La masificación también tiene estos costes que tienen a la educación como único antídoto.

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