La excursión, en realidad un agradable paseo de veinte minutos, empieza junto al refugio de Can Boí, en la barriada del Clot de Deià, desde donde se contempla una vista panorámica de las paredes rojizas del Teix.

Siguiendo la ruta señalizada del Camí des Ribassos, empezamos un recorrido sin ninguna dificultad y de unos veinte minutos de duración que conduce hasta Cala Deià.En esta época del año la frondosa vegetación de la zona está en su máximo esplendor. El sendero es estrecho en su primer tramo, rodeado de huertos y siguiendo la ruta del torrente que suministraba energía al viejo molino de Sant Jordi.

Esta primera parte del camino es toda una experiencia sensorial, donde se entremezcla el rumor del agua, los aromas vegetales que el aire transporta, con las plantas en plena floración, y el canto de los pájaros.

Poco a poco el camino, empedrado en algunos tramos, se va abriendo y llega a una zona que transcurre entre bancales y va descubriendo la postal más típica de Deià y su entorno más próximo, mientras el paseante descubre pinos monumentales, se cruza con excursionistas o paseantes, divisa un rebaño de ovejas que pasta por la zona o cruza el puerte que cruza el torrente.

En ese punto, el pequeño paseo llega a su parte final. El camino conecta con la bajada a Cala Deià y sus aguas transparentes, que en esta época del año ya están en perfectas condiciones para darse un buen baño o disfrutar de una comida en alguno de los dos restaurantes de la zona. La densidad de bañistas todavía no es muy alta. Y aún reina la tranquilidad.