"El paraíso de los senderistas", "la tierra prometida de los naturalistas", "el edén de los amantes de la naturaleza en estado puro"... Sí, sí, estamos hablando de Mallorca. ¿A que no te lo imaginabas? Todavía hay quien no se cree que Sa Roqueta esconde lugares excepcionalmente hermosos que nada saben de la especulación urbanística. Aún gozamos de decenas de playas totalmente vírgenes que son auténticas joyas naturales. Y te lo dice el Playólogo que ha recopilado las 284 playas y calas que aparecen con todo lujo de detalles en mi guía "Todas las playas de Mallorca". Estas son siete de mis preferidas. ¿Vamos a conocerlas?

01- Coll Baix, una extraña rareza natural: 1.000 metros a pie.

La playa de Coll Baix es obra de un cataclismo, de un desprendimiento de tierras de la costa. Un esqueje violento. El sustrato tiene un color plomo oscuro y arena negroide cuajada de cantos cuyas voces acompañadas por las olas se oyen crepitar desde mucho antes de haberla pisado. Mal fondeadero en casi todos los tiempos, solitaria, muy estrechada ante el peso aplastante de la costa, su presencia vista desde arriba produce una suspensión del ánimo, como un cierto miedo, pero tomar un baño en sus aguas oscuras es como dispersarse en una naturaleza libre y virgen. Esta extraña rareza natural es una auténtica joya que representa la mejor recompensa para el excursionista, que tanto la disfruta durante el camino como al final, cuando llega y se disuelve en las aguas puras de este accidente geológico. Entonces es cuando te das cuenta que no todo está perdido en esta abarrotada isla y que hay lugares muy especiales aún por disfrutar. Son esas sorpresas que da la vida, alegrías muy comunes en esta isla balear. Caminando son solo 1.000 m., y navegando, un suspiro, porque desde el Port d´Alcúdia salen barcas de pasaje que hacen de la travesía una auténtica experiencia. Eso o alquilar allí mismo una de esas lanchas sin titulación, las responsables -sin haberlo querido- de la democratización de la náutica.

02- Cala Castell, una playa para aficionados a la historia: 9.000 metros a pie.

El valle de Ternelles -al final del cual se encuentra la playa de cala Castell- siempre fue un lugar de gran valor estratégico, de ahí que se construyera el Castell del Rei, un formidable castillo "roquer" edificado a 492 m de altura desde el que vigilar un posible desembarco enemigo. La romana Pollentia (actual Pollença) era un objetivo muy deseado y este valle la senda perfecta para atacarla al descuido. Hoy es terreno privado y la pista de acceso para llegar a la playa y al castillo está acotada. Pidiendo permiso en el ayuntamiento pollensín se puede disfrutar de esta agradabilísima excursión con final en una playa épica. Son 9 kilómetros de andadura por una pista que en sus últimos coletazos discurre en zigzag de manera prodigiosa por la ladera de la montaña. Al final del excurso, tomada la playa, sorprende ver esa caseta de los señores custodiada por las cabras de la serra, que ya se han hecho con gran parte del territorio, casi, casi como el visitante germano.

03 - Cala Mitjana, para llegar en coche al corazón del Parque Natural de Llevant: 100 metros a pie.

¿Te imaginas poder llegar en coche hasta el corazón del Parque Natural de Llevant y poder disfrutar sin esfuerzo de una playa 100% natural? Se trata de Cala Mitjana, una playa de arena blanca que se conserva totalmente virgen a pesar de los intentos especuladores. Gracias a que no se encontraron los acuíferos necesarios las obras se paralizaron dejando huella del acoso en los viales construidos, los que ahora nos permiten llegar -a pesar de estar muy bacheado- hasta esta extraña rareza natural. El paraje es soberbio ya desde antes de llegar, con un mirador que todo lo muestra y varias excursiones señalizadas, por si tomar el sol y nadar en una playa virgen no fuera suficiente. Yo sigo alucinando cada vez que recorro el sendero que discurre por la costa hasta llegar a Cala Mesquida, o bien hacia el lado contrario, hacia Matzoc, sa Font Celada y el Arenalet des Verger. Caminar tanto tiempo sin ver ni un ápice de hormigón es un placer para la vista. Y para el resto de sentidos. Y si no siéntate en cala Matzoc a escuchar el silencio, a sorber los aromas de las rocas tostadas, a saborear la soledad y a palpar las mullidas hojas acintadas de nuestra posidonia.

Si quieres ver preciosas sus fotografías y conocer las otras cuatro playas para amantes de la naturaleza ven a verme.

Concurso 'La cala misteriosa'

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