Fútbol

Una agonía más allá del pitido final

El equipo y la afición del Mallorca vive con mucha tensión y nervios sobre el césped el desenlace del encuentro entre el Cádiz y Las Palmas que confirmó su salvación matemática

Raíllo abraza a un aficionado tras el partido.

Raíllo abraza a un aficionado tras el partido. / DM

Redacción

«¿Cómo hemos llegado a esto?», se preguntaba un aficionado del Mallorca cuando salía de Son Moix tras haber asistido a la salvación matemática del equipo. La tarde fue una agonía, de esas interminables y que, al menos, terminó con final feliz. Eso sí, sin euforia. Porque fue más un alivio que una alegría lo que se vivió en el estadio por partido doble. Primero cuando acabó el duelo de los bermellones frente al Almería (2-2), y después cuando se conoció que el encuentro del Nuevo Mirandilla entre el Cádiz y Las Palmas se firmaban las tablas (0-0). Y entre un momento y el otro apenas pasaron tres minutos, pero fueron una tortura porque un tanto de los gaditanos hubiera alargado la agonía. El simple hecho de no haber sido capaces de vencer al colista ya descendido de la categoría obligaba a depender de otro resultado, algo que evidencia también el extraño tramo final de curso que ha atravesado el equipo de Aguirre.

Dani Rodríguez se atrevió a cantar con ‘L’Infern 1916’

Dani Rodríguez se atrevió a cantar con ‘L’Infern 1916’ / DM

Una gran parte de los 20.573 espectadores que acudieron al recinto no se movió de su asiento hasta que llegaron buenas noticias desde tierras andaluzas. Muchos de ellos con el pinganillo en la oreja escuchando la radio, otros con el duelo en su pantalla del teléfono móvil, una escena que también se vivía sobre el césped protagonizada por trabajadores del club. Los atacantes del Las Palmas, Munir y Cardona, dispusieron de una gran ocasión en ese lapso que hubiera adelantado el desenlace, pero el meta Conan Ledesma lo desbarató. Unos segundos después, el colegiado pitó el final y todo llegó a su fin en Cádiz, y también en la isla. Los jugadores se abrazaron, buscaron a sus seres queridos y empezaron a interaccionar con la hinchada, sobre todo con la grada de animación L’infern 1916, que no había parado de apoyar. Abdón, Dani Rodríguez y Raíllo, tres de los más carismáticos, no dudaron en acercarse para celebrarlo con ellos, e incluso se atrevieron a coger el micrófono como si fueran unos ultras más. Aguirre desde el centro del campo también agradeció el respaldo, pero la realidad es que la fiesta fue descafeinada. El susto había sido muy grande.