Jorge el pediatra | Bullying… ¿miramos hacia otro lado?

Un niño aislado en el patio del colegio. | PILAR CORTÉS

Un niño aislado en el patio del colegio. | PILAR CORTÉS / por Jorge Muñoz

En el mundo animal , desde hace cientos de años, existe el bullying como tal, pero no con los toros, como se podría entender por el nombre, pero si, como ejemplo, con bandas de pájaros, donde se agrupan para atacar al más débil, de su especie. Se aplicó el término bullying para hacer referencia a un toro bravo que arrasa con todo. Así es precisamente cómo se encuentra la víctima en un colegio, como si cada mañana tuviera que saltar a la plaza para enfrentarse a ese toro… y no solo eso, sino que también se enfrenta al «público», esos testigos que casi siempre apoyan al acusador y casi nunca al acosado.

El acosador utiliza la diferencia de fuerza, de edad, incluso de situación económica familiar, para atacar a la víctima. Y este acoso ha de ser repetitivo, cuando es aislado, no es bullying.

Cuando doy charlas en los colegios referente a este tema divido el contenido en tres grupos, charla para niños entre 8 y 12 años, entre 12 y 16 y para las familias. En primer grupo es muy bonito porque se puede «sembrar», son como páginas en blanco. El segundo grupo también es bonito porque se pueden corregir ya comportamientos adentrándose en el cyber bullying, y el tercer grupo es clave para poder mostrar señales de alarmas a padres que incluso pudieran ser los de un abusador.

Insisto mucho a los chavales de que nadie tiene derecho a ser maltratador, de que hablen, si se sienten acosados, con la familia, con los profesores, con los amigos. Y, en caso de sentirse acosado, nunca responder con violencia (eso es lo que espera el acosador), mejor decir frases del tipo «no me gusta que me hagas esto», «déjame tranquilo», «¿por qué te comportas así?» … frases que pueden dejar al acusador pensativo, y siempre con lenguaje corporal de mirada alta y espalda erguida, aunque la teoría es más fácil que la práctica. Si no se habla entraremos en una situación de tristeza, se nos quitarán las ganas de hacer otras actividades, empezaremos a no concentrarnos en clase, las notas empeorarán , dormiremos peor, caeremos enfermos con más frecuencia, y si no pedimos ayuda, podemos llegar a pensar cosas muy feas sobre si seguir viviendo o no. Imaginaos la importancia de detectar el bullying. Sin mencionar, que la víctima tendrá unas características en la vida adulta de persona poco sociable, enfermiza, con baja autoestima.

Los testigos, ese público de la «plaza de toros». También es importante estar muy pendientes en casa, conseguir diálogos con nuestros hijos, hablar de muchos temas (para ello hay que bajar el consumo del móvil por ambas partes), y así conseguiremos ser receptores de cosas que hayan podido ver nuestros hijos y darles la confianza de que nos las pueden contar. Esos testigos pueden ser de gran ayuda para el acosado, debiendo hablar en casa, con otros amigos, profesores y hasta con el acosado.

El acosador es un joven también en apuros. En ocasiones ha sido acosado, no acepta normas y no acepta responsabilidades, tira balones fuera, en ocasiones es introvertido y no con muchos amigos. Si somos padres de uno de ellos, es importante no recriminarles, ser asertivos, e invitarle a pedir perdón.

Y, cómo no, el profesorado. En algunas ocasiones, no siempre, miran hacia otro lado, no se involucran, y esto es una irresponsabilidad que incluso debería de ser castigada legalmente, porque de esa actitud de dejadez hacia un alumno en problemas, se puede llegar a que ese niño que necesitaba de su profesor se convierta en ese adulto del que hablaba antes, o, en casos extremos, tirar la toalla.

Como veis, hay muchas perspectivas desde las que se puede actuar frente a este tema, que va en aumento, y que considero parte importante de la salud mental de nuestra sociedad actual.

Para consultas relacionadas con la salud familiar, no dudéis en contactar vía WhatsApp con el equipo de Espacio Jorge el pediatra 667719202.

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