Ha vuelto otra vez y lo ha hecho con la misma energía que se fue. Jesús Calleja tiene el don, que no se estudia ni con máster ni con doctorado ni con la mínima EGB, de saber echar el brazo por el hombro a alguien sin ser afectado, de escuchar al otro y ponerse en su lugar, de ser simpático sin ser cargarte, de hablarle de tú al personal sin parecer un privilegio real.

Jesús Calleja ha vuelto a Cuatro con 'Volando voy', ha vuelto a pueblos y zonas que no están a diario en la tele, ha vuelto con su helicóptero, sobrevolando los pueblos que luego sus habitantes verán en la sala de proyecciones para echar unas risas con el propio aventurero y los paisanos. De este momento, del momento encuentro con la gente en el teatro o el cine del lugar, seguro que copió la idea 'El Paisano', que ahora emite La 1.

Este domingo Jesús Calleja ha viajado a Penelles, un pueblo de Lleida, y como siempre, a su paso ha dejado una buena acción, un regalo a la comunidad, en este caso un regalo de mucha emoción y muchos sentimientos y que despertará el recuerdo de la gente más mayor del pueblo. Gracias a 'Volando voy' se reinauguró el cine del pueblo, un local que el tiempo arrumbó y que ahora volvió a brillar atrayendo a la fiesta a la gente con sus mejores galas.

La semana pasada el equipo visitó Las Hurdes, plaza extremeña de aires y resonancias tan deprimidas en lo social y económico. La huella de Calleja fue de una importancia sin matices. Construyendo «hoteles para abejas», ante la tremenda amenaza de extinción, empezó la lucha para combatirla. Con 'Volando voy' y Jesús Calleja Cuatro palia un poco el sambenito de cadena friqui y sin sustancia ni norte que tanto merece.