Si a Zack Snyder le llovieron las críticas cuando osó cambiar el final de ‘Watchmen’ en su adaptación cinematográfica del cómic, era de esperar que brotaran haters de todas partes cuando Damon Lindeloff optó por una versión libre de la misma historia en la serie de televisión que acaba de estrenar HBO. La mítica novela gráfica escrita por Alan Moore y dibujada por Dabe Gibbons ha tenido siempre la etiqueta de inadaptable por la magnitud de la historia. Una leyenda ganada a pulso cuando el cineasta Terry Gilliam tiró la toalla con el proyecto que durante años trató de sacar adelante. Alan Moore siempre ha renegado de cualquier adaptación a la pantalla que se ha hecho de sus cómics, por lo que su posición de rechazo hacia la serie no tiene misterio alguno.

Una postura que tampoco es tan radical como parece si uno ve qué hicieron en el cine con La Liga de los Hombres Extraordinarios o con From Hell, películas que se sitúan muy por debajo (por decir algo) del material que adaptaban. Pero no dejan de ser injustas las críticas del guionista ni a la versión de V de Vendetta de las hoy hermanas Wachowski, ni al Watchmen de Snyder. Quizá con su postura, también intenta engrandecer su leyenda de genio excéntrico totalmente alejado del mainstream. ¿Cuánto de su cómic La broma asesina ha inspirado la película Joker de Todd Phillips?

Damon Lindeloff tenía el terreno abonado para los palos cuando se embarcó en el proyecto de hacer una serie sobre los Watchmen para HBO. Aunque después de haber sido objeto de la ira de los fans de ‘Lost’ que se sintieron decepcionados con su final, llevarse unos cuantos palos de haters desatados ya debe ser algo a lo que debería estar acostumbrado y hasta inmunizado. La crítica especializada le perdonó luego con 'The Letftovers', pero hay un sector del público que siempre le recordará su pasado lostiano. En el espinoso asunto de adaptar sagas es habitual encontrar enfrente un puñado de seguidores que toman su afición como una verdadera religión y que esperan con la escopeta cargada a aquel que osa cambiarles una sola coma del guión que se esperaban. Y si no que se lo digan a los responsables de Juego de Tronos o al director Rian Johnson con su película de Star Wars. Si la historia de Snyder casi era una fotocopia de lo que se ya contaba en los tebeos y aun así sufrió la ira de los haters, a Lindeloff se le ha ocurrido el peor de los pecados.

Intentar contar su propia historia. El cómic de Watchmen nos presenta una realidad alternativa en la que los Estados Unidos están al borde de la guerra nuclear con la Unión Soviética con un reloj que marca la cuenta atrás hacia el fin del mundo, los justicieros enmascarados están prohibidos y Richard Nixon se mantuvo durante décadas al frente de la presidencia del país. Una de las claves del éxito de Nixon para perpetuarse en el poder fue el utilizar a un superhéroe, el Doctor Manhattan, para ganar la guerra del Vietnam. Buena parte de estas bazas argumentales de Watchmen estaban ceñidos a la realidad del momento en el que se escribió durante la década de los 80. Han pasado más de treinta años desde la publicación del cómic y el mundo ha cambiado mucho desde entonces.

El episodio piloto empieza desconcertando porque se nos presentan a unos personajes totalmente nuevos, sin aparente conexión con la historia original. Hay que ir avanzando en los episodios para que las piezas empiecen a cobrar sentido y, poco a poco, vemos incorporarse a la trama a aquellos viejos personajes del cómic, junto a otros de nueva creación. Sólo los veteranos pueden saber por qué demonios llueven calamares del cielo, aunque para disfrutar de la serie no es necesario saber nada de todo lo anterior. Hay escenas para el neófito en las que se da toda la información que necesita del pasado para entender la historia.

No obstante, para quien quiera ver la película Watchmen de Snyder está disponible en HBO, la misma plataforma. El enemigo parece ser una organización de supremacistas blancos llamados El Séptimo de Kaballería y que se inspiran en Rorschach, uno de los personajes principales del mítico cómic. La oscarizada Regina King interpreta a la líder de un grupo de enmascarados que luchan contra este grupo de fanáticos racistas. La serie arranca con un flashback uno de los hechos más oscuros y silenciados de la historia de los Estados Unidos, la masacre de Tulsa (Oklahoma) en 1921. Los distubios consistieron en un ataque racista a gran escala contra la próspera comunidad afroamericana de la población, que se conocía como el Wall Street negro, y que resultó con más de 300 muertos y miles de personas sin hogar. Casi cien años después de este suceso real, el odio racial sigue vivo. Y en la serie aparece más fanatizado que nunca. Como en la historia original de Watchmen será un asesinato y los oscuros secretos que salen a la luz tras él, los que irán poniendo en marcha el motor de la historia.

Lindeloff nos ha traído de vuelta a ese distópico mundo alternativo 33 años después de la historia original. En la serie vemos reflejados algunos de los problemas de la civilización actual cómo es el resurgir de ideas que parecían haber quedado en el pasado. Ese presidente Redford del que se habla en los primeros episodios de la nueva adaptación televisiva es efectivamente el actor Robert Redford, que no se interpretará a sí mismo en la serie porque el proyecto se puso en marcha cuando éste ya se había retirado de los escenarios. Si en los 80 de nuestra realidad Ronald Reagan fue presidente, en este mundo alternativo a la larga presidencia de Nixon le sucedió la de la rubia estrella del celuloide y que parece generar entre los personajes odios y adhesiones similares a los que despertó Obama en la realidad.

Todo es nuevo en este nuevo Watchmen y el factor de la sorpresa se mantiene, sin que el espectador sepa qué se va a encontrar en cada episodio. El más experto podrá encontrar guiños y referencias al cómic original, mientras cada semana se le va entregando una nueva del puzzle. En el segundo episodio, con una interpretación teatral casera se nos daban las claves del origen del Doctor Manhattan. La pregunta de si llegaremos a verle es la del millón, aunque tampoco sería raro que se mantenga en la sombra como ese ser omnipotente que desde Marte vigila todo lo que pasa en la Tierra. Que el personaje de Jeremy Irons era el de Ozymandias, torturando en su castillo a sus criados clones, lo sospechábamos ya desde el primer episodio pero lo hemos confirmado en el tercero.

El universo original del cómic sigue desembarcando en la serie. Esta última semana se ha incorporado la que en el cómic fue Espectro de Seda (interpretado por Jean Smart), ahora desempeñando las labores de agente del FBI y cazando a enmascarados. HBO debuta con The Watchmen en el género de los superhéroes con una controvertida adaptación que no dejará indiferente a nadie. La pena es que Amazon le adelantó hace poco por la izquierda con otro cómic que era heredero directo del espíritu de 'Watchmen: la genial The Boys', que muestra el lado más fascista del superhéroe. La serie de Lindeloff promete un poco más de seriedad y menos mala baba.

A quienes critican su versión del cómic para HBO olvidan que el secreto de una adaptación no es tanto volver a contar una historia que ya nos contó otro, sino comprobar qué aporta el nuevo narrador, manteniendo la capacidad de sorpresa. Y el retorno del supremacismo es un buen punto de partida para meter a los personajes de Watchmen, por muchas ampollas que haya podido levantar en su país en plena era de Donald Trump.