La tercera temporada de The Crown era uno de los estrenos más esperados uno de los estrenos más esperadosde Netflix para este año. No sólo por la calidad que ya atesoraban sus dos entregas anteriores, sino también por ver cómo funcionaría la renovación de todo su reparto. Un recurso narrativo utilizado para subrayar el paso del tiempo en todos sus personajes. Y eso que para ellos sólo había pasado un año desde el final de la segunda temporada. Con estos nuevos rostros, la serie que narra la vida de Isabel II de Inglaterra nos adentra en la etapa de su reinado que transcurre entre 1964 y 1977. La nueva temporada cumple todas las exceptativas que había depositadas en ella y nos deja con la promesa de que lo mejor aún está por llegar. No hay más que repasar la historia del Reino Unido para darse cuenta de que para la cuarta temporada toca la llegada de dos personajes muy importantes: Margaret Thatcher y Diana Spencer. La primera será interpretada por Gillian Anderson (Expediente X) y la segunda por la joven Emma Corrin. Pero como digo, esto es otra historia de la que no sabremos nada más hasta por lo menos finales de 2020, aunque los nuevos episodios ya se están rodando y el set de filmación ha estado hace poco en algunos municipios de España.

Al frente del reparto tenemos a las oscarizadas Olivia Colman, que sustituye a Claire Foy en el papel de la monarca; y a Helena Bonham Carter, que sustituye a Vanessa Kirby como la princesa Margarita. Los respectivos cónyuges de ambas son Tobias Menzes (Outlander) que reemplaza Matt Smith como el Duque de Edimburgo; y a Ben Daniels sucede a Mathew Goode como el fotógrafo Anthony Armstrong-Jones. Salvo Daniels, que es el más desdibujado de este cuarteto, todos tienen episodios centrados en ellos y que les permiten brillar con luz propia. Pero la trama no se limita a estos cuatro personajes y tenemos nuevas incorporaciones que llegan a convertirse en una de las revelaciones de la temporada. Es el caso de Josh O'Connor como el príncipe Carlos de Inglaterra quien, desde esta entrega, llega a tener tanto peso en la trama como todos los anteriores.

Aunque el retrato que hace el creador de la serie, Peter Morgan, de la monarquía británica es más bien amable, sigue flotando en el aire una sensación de que la institución se ha convertido en algo obsoleto y anacrónico. Sobre todo en tiempos de cambio tan cruciales como fueron los años 60 y los 70. Los protagonistas viven como en una burbuja de cristal gozando de una serie de privilegios, sin tener méritos especiales para ello, pero a quienes el lujo y la opulencia tampoco han dado la felicidad. Olivia Colman interpreta a una monarca mucho más amargada y fría que la que encarnó su antecesora pero también más experimentada en las labores de su cargo. La frialdad de la soberana contrasta con la vida desenfadada de su hermana Margarita, que va de juerga en juerga y bien podría haberse pasado por alguna de las fiestas de Ava Gardner en Arde Madrid. (Por cierto que Bonham Carter ya interpretaba a la madre de Isabel II en el filme El discurso del Rey). La vida alegre de la princesa Margarita esconde una profunda infelicidad interior con problemas con el alcohol y una profunda envidia por su hermana. El duelo interpretativo entre las dos actrices ya era un aliciente por sí mismo para disfrutar de esta tercera temporada. Pero, decíamos un poco más arriba, que la gran sorpresa de la temporada ha venido de la mano de Josh O'Connor con su interpretación del príncipe Carlos, con dos episodios centrados en su personaje.

El heredero de la corona aparece reflejado como una persona que tiene su propia visión sobre cómo tiene que ser la institución para adaptarse a los nuevos tiempos y que constantemente está desafiando a sus padres con sus decisiones. No se trata de un mero conflicto generacional, sino una especie de respuesta a la sensación de sentirse ninguneado por su madre y de que nada de lo que él haga será suficiente para ella. En el episodio en el que se nos cuentan los meses en los que Carlos estuvo estudiando en Gales, donde a causa del nacionalismo es considerado una persona non grata, vemos cómo ve con envidia el hecho de que unos padres acompañen a dormir a su hijo. Algo que él jamás tuvo en su infancia. La relación con su madre le llega a hacer empatizar con el sentimiento nacionalista galés al sentir que lo único que quiere es que le escuchen. En esta temporada vemos ya el inicio del romance del príncipe con Camila Parker y cómo sus padres intentan evitar esa relación. Algo que, como bien sabemos, va a traer cola.

Uno de los pilares de la serie siempre ha sido la relación de la monarca con cada una de las personas que han estado al frente del Ejecutivo de Inglaterra. La nueva temporada arranca con la muerte de Winston Churchill (interpretado por John Ligthgow), el primero de los representantes políticos con el que la joven reina tuvo que despachar nada más ser coronada. En estos episodios asistimos a cómo se forja la amistad con otro primer ministro que, tras acceder al cargo, parecía estar situado en las antípodas ideológicas de la reina. Nada indicaba que su relación fuera más allá del correcto trato institucional. Se trata del laborista Harold Wilson, encarnado por Jason Watkins. La toma de posesión del mandatario británico aparece rodeada de rumores sobre su vinculación con el KGB. A lo largo de los episodios, vemos en Wilson una persona leal que logra hacerse con el respeto de la soberana. Constantemente el laborista tiene que hacer frente a los elementos más críticos y radicales de su partido, que le exigen que acabe con la institución monárquica.

Las circunstancias en las que Wilson debe dejar el cargo suponen un duro golpe para la reina, que llega a darse cuenta de cuánto ha llegado a conectar con una persona a la que al principio veía como un enemigo. Un momento clave en la relación entre ambos llega durante la tragedia en el municipio minero de Aberfan, en uno de los mejores episodios de la temporada, en el que el primer ministro hace que la monarca corrija un error que, según ella misma dice, fue uno de los mayores de su reinado. En episodios posteriores, Isabel incluso llega a abortar un intento de golpe de Estado contra Wilson promovido por las altas esferas de las finanzas británicas y que se habían apoyado en un alto cargo militar miembro de la Familia Real. Curiosidades de la ficción, es que ese golpista real sea Lord Moundbotten, encarnado por Charles Dance, el cabeza de familia de los Lannister en Juego de Tronos. ¿Emulando la revuelta contra el Rey Loco?

Habrá que ver cuántos años de la vida del reinado de Isabel II acabará contando la serie. Todo apunta a que nos quedaremos en la trágica muerte de Diana de Gales. El planteamiento inicial es de seis temporadas. Pero después de ver los convulsos tiempos que está atravesando el Reino Unido a cuenta del Brexit, no dejo de preguntarme cómo serían tratados en la ficción las reuniones entre la reina y el actual primer ministro Boris Johnson. Para imaginar todo lo que podría ocurrir tras la muerte de la monarca ya tenemos Years and Years en HBO, donde se nos dibuja un futuro tan negro que poco menos que podemos pensar eso de "Larga vida a la reina". Peter Morgan es consciente que la reina Isabel es una de las más insignes personalidades vivas de la historia del siglo XX y ha elegido a una testigo de excepción para contarnos cómo ha cambiado el mundo durante estos años y cómo son las personas que llevan las riendas. Todo con una narración sobria, elegante y sin maniqueísmos. ¿Se puede pedir más?