Aunque uno termine siendo un pesado, y se deje llevar por sus manías, faltas que confío que la persona que tiene esta pieza delante sepa disculpar un poquito, vuelvo a algo que creo es fundamental porque supone uno de los pilares de la democracia, es decir, no hay calidad democrática si aceptamos como un mal menor, encajonado y natural, que nos den gato por liebre, atún rojo por pescado tintado, aceite virgen extra por aguachirle de menor calidad, verdad por mentira. Y aquí me paro.

He dicho verdad por mentira, hablo de nuevo de fake news. Las noticias falsas son un drama democrático, una estafa que algunos políticos, partidos, organizaciones y, lo que es peor, medios de comunicación, activan para lograr sus propósitos con trampas. Hay un debate que de vez en cuando se refresca sobre la posibilidad de legislar contra este tipo de trolas. Viene esta historia otra vez a este rincón del periódico porque el asunto de las noticias falsas ya no sólo está en los programas de contenido político estricto sino que ha saltado a los magacines.

La otra mañana fue Susana Griso la que llevó en el sumario de 'Espejo público' el caso del artista zaragozano Alejandro Monje. Hizo una escultura-pintura con fajos de billetes a medio quemar con un realismo a lo Antonio López. La lió. Un medio ruso creyó que el dinero era real y que estaba quemado porque a los esbirros de Rauf Arashukov, corrupto senador, no les dio tiempo a quemarlo antes de que llegara la poli. Ya está. La noticia dio la vuelta al mundo. Lo que era arte crítico contra el dios dinero se convirtió en un bulo de dimensiones planetarias. Esto puede ser hasta gracioso. ¿Pero qué pasa cuando Pablo Casado miente y lía, y sin dejar de sonreír?