Voy vamos a recorrer un tesoro oculto entre montañas que os va a dejar alucinados. Nos vamos a las comarcas del norte de Granada, dijo Jesús Calleja en la entradilla desde el helicóptero que sobrevuela los lugares que visita en ‘Volando voy’. Y sí, vaya si la zona es un flipe.

Yo la conozco, y me enamoró desde el primer instante que, en la distancia, en el bus que hacía el recorrido Granada-Murcia, vi esos paisajes atormentados, bellos, enormes cárcavas que a pesar de su aparente hostilidad son capaces de guardar en sus entrañas cuevas habitables que mantienen una temperatura constante todo el año.

Es la conocida como olla de Guadix, depresión natural formada hace milenios. Hace millones de años este lugar era un vergel con un río y un enorme lago, dice el narrador mientras se ven desfiladeros, cauces áridos y crestas coronadas de rala vegetación. Un flipe. Pero el paisaje esconde otro tesoro, el de sugente, que también descubre ‘Volando voy’, uno de los pocos programas digeribles que emite Cuatro.

Para recordar la zona, ‘Volando voy’ montó «la misión más multitudinaria del a historia del programa» -y así fue, se hizo una foto aérea con decenas de personas de los municipios del Geoparque granadino en lo alto de un collado que luego la Diputación de Granada usará como reclamo turístico, como apoyo de una lucha justa, la de incluirla zona en la red de geoparques que apoya la Unesco.

Diputación que, por cierto, preside mi paisano José Entrena, de Villanueva Mesía-. El ‘Volando voy’ dedicado a esta comarca granadina -que aunque emitido hace unas semanas no he querido olvidar por razones obvias- sigue el esquema del resto de entregas, pero de verdad les aconsejo que si no lo vieron, lo recuperen. Es un flipe.