Quiso el destino que la curiosidad de Jordi Évole hiciera de las suyas durante un viaje familiar al valle de Ordesa. El periodista se percató de unas pancartas al principio de un camino que llevaba hasta el abandonado y derruido pueblo de Jánovas, en el Sobrarbe (Huesca), rodeado de la imponente y frondosa naturaleza del pirineo oscense, en pleno valle del Ara, donde en el año 51 se planeó la construcción de un embalse, que nunca se llevó a cabo.

Años después regresó con un grupo de amigos para disfrutar de una paella y la curiosidad volvió a hacer de las suyas. Se acercó para charlar con algunos de sus antiguos habitantes, empeñados en recuperar lo que un día fue suyo, prometiéndoles que algún regresaría. Y así lo hizo el pasado mes de junio para rodar uno de esos Salvados que tanto gustan a sus acérrimos seguidores, donde las pequeñas historias se convierten durante una hora en relatos de enorme calado emocional.

"Siempre he dicho que no hay grandes injusticias, hay injusticias universales", decía el conductor el pasado lunes, 26 de octubre, cuando compartió una premiere especial de Jánovas, el pantano fantasma con la asociación de vecinos afectados por el embalse y los medios de comunicación. Unos pocos privilegiados pudimos disfrutar del reportaje junto a sus protagonistas en la antigua escuela, convertida hoy en casa del pueblo, un edificio de tres plantas que han levantado con sus manos, mucho esfuerzo económico y con todos los obstáculos posibles que se puedan encontrar por el camino.

El último episodio de 'Salvados' se alejó de la gran actualidad, marcada por el pulso de los partidos independentistas catalanes al Estado español y la precampaña electoral, para adentrarse en las emociones y la reivindicación de los últimos niños que nacieron, jugaron y crecieron en este pequeño municipio donde hace más de 60 años la vida de sus 400 habitantes se vio interrumpida por el proyecto hidroeléctrico de la empresa Iberduero, hoy Endesa.

Un enorme embalse que inundaría las localidades de Jánovas, Lavelilla y Lacort con el amparo del régimen de Franco, empeñado en construir presas por toda la Península, sin reparar en las poblaciones que desaparecerían y en su impacto medioambiental, obras de enorme envergadura con las que se lograba una formidable propaganda, pero que en realidad a quien beneficiaba eran a los insaciables grupos bancarios y empresas hidroeléctricas.

"Se busca explicar una injusticia universal, una historia kafkiana, de un lugar que fue desahuciado por completo, donde veis ahora casas destrozadas, no penséis que es solo por el paso del tiempo, aquí hubo saña y ganas de hacer daño, y se dinamitaron las casas que los vecinos iban abandonando, porque aquí donde estamos ahora deberíamos estar inundados por el agua", comentó el catalán, que quiso remarcar la dignidad del político que hizo que esto no se llevara a cabo, el sevillano Juan Luis Muriel, el que fuera secretario general de Medio Ambiente.

"Al final, todo el daño que se hizo era para echarlos del pueblo y hacer un pantano, que no se hizo porque, entre otras cosas, nos encontramos con una historia de dignidad de un político, mano derecha de una ministra, Isabel Tocino, y del siguiente ministro de Medio Ambiente, Jaume Matas, que decidió no plegarse a las presiones y hacer su trabajo con dignidad y con honestidad", subrayó Jordi.

Para Ramón Lara, productor y director ejecutivo de Salvados, la intención del programa es el reconocimiento para los vecinos de Jánovas. "Nos hubiera gustado que Endesa hubiese querido participar, pero bueno, declinaron la invitación y están en su derecho de hacerlo. Estamos contentos con el programa. Creemos que éticamente hemos hecho lo que teníamos que hacer. Es decir, llamar a los implicados y al menos darles una oportunidad. Si han participado o no, depende de ellos", subrayaba Lara sobre un programa que ha puesto en evidencia, por segunda vez en el caso del programa de Atresmedia, la transparencia de las grandes empresas eléctricas.

Lejos de intimidarle, Jordi asegura que las presiones le "ponen cachondito" y le consta que existieron ya en el pasado con el programa Oligopoly, el juego de la energía (noviembre de 2012). "Agradezco tener directivos que aguantan esas presiones y que incluso ni me las comentan. Saben que si me las comentan, lo voy a contar", admitió el conductor.

Los vecinos, ilusionados con la repercusión que este reportaje pueda tener, esperan que los responsables políticos hagan de una vez por todas su trabajo. "Esto es justo todo lo que no se debe hacer. Hacer todo el desastre para ningún aprovechamiento. Eso hace que nos duela el doble porque todo el sacrificio y todo lo que ha ocurrido ya lo veis, no está sirviendo para los que nos hicieron irnos", se lamentaba Milagros Palacio, una de las hijas de Jánovas. Un sentimiento de abatimiento y tristeza que confían darle la vuelta con ayuda de Évole.

"Esperamos que a alguien se le quiten las legañas de los ojos, se le despierte la conciencia y vea que esto hay que solucionarlo. No podemos seguir así", decía Jesús Garcés, el hombre al que Jordi prometió que algún día regresaría para contar su historia.