Tras la intensa y oscura Batalla de Invernalia, los fans de Juego de tronos esperaban que el cuarto capítulo de la última temporada de Juego de tronos fuera un episodio de transición de cara a la guerra final entre Daenerys y Cersei por el Trono de Hierro. Y 'El último de los Stark' fue eso... pero también algo más. Así, cuando todo parecía que permanecería en calma hasta que las hostilidades estallaran la próxima entrega... dos grandes muertes dejaron en shock a los seguidores de la ficción basada en los libros de George R.R. Martin. Y es que, nunca conviene olvidar, que esto es Juego de tronos.

(ATENCIÓN: ESTA NOTICIA CONTIENE SPOILERS)

Tras llorar a sus muertos, y ahogar sus penas en vino, las huestes de Jon y Daenerys se dirigen hacia Desembarco del Rey para enfrentarse a Cersei Lannister. Jon Snow y el grueso de las tropas bajan por tierra recorriendo el Camino Real, mientras que la Targaryen, a lomos de su fiel Drogón, vuela desde Puerto Blanco junto a su flota. Rhaegal, el de sus tres dragones que queda con vida después de que el resucitado Viserion cayera junto al Rey de la Noche, vuela a su lado. Es entonce, cuando acaban de iniciar su viaje, cuando los barcos de Euron Greyjoy, armados con un lanzavirotes, unas letales ballestas gigantes que Qyburn creó para Cersei y que ya aparecieron en la séptima temporada, les tienden una emboscada. Drogón logra esquivar la lluvia de enormes proyectiles, pero su hermano no corre la misma suerte. Varias de las colosales flechas alcanzan el cuerpo del dragón verde y después otra le atraviesa el cuello, dándole el golpe de gracia y haciendo que se desplome contra el mar.

La muerte de Rhaegal supone la segunda ocasión que Dany ve morir a uno de sus hijos después de perder a Viserion a manos del Rey de la Noche. En esta ocasión la muerte de Rhaegal es particularmente dolorosa, ya que la semana pasada el dragón sobrevivió a duras penas al enfrentamiento contra su hermano no muerto. Y la suya no era la única muerte dolorosa para la Reina Targaryen que aguardaba antes del fin de capítulo.

En su ataque sorpresa, las fuerzas de Euron se hicieron también con una valiosa prisionera: Missandei. Cuando Daenerys llega a las puertas de Desembarco del Rey, es Tyrion el que intenta negociar la rendición de Cersei, pero tal y como era de esperar la leona rehusa... y exige la rendición incondicional de sus oponentes o ejecutará de inmediato a su prisionera. El acuerdo es imposible, la rendición de una u otra nunca fue una posibilidad real, así que Cersei cumple con su amenaza y ordena a la Montaña decapitar a Missandei. "Dracarys", grita la asistente personal de Daenerys antes de perder la cabeza en lo que, a tenor de la ira y rabia que muestra el rostro de la Targaryen es un augurio de lo que le espera a Cersei y, por extensión, a los miles de personas que se refugian ahora tras las murallas de Desembarco del Rey: fuego, sangre y destrucción.

Así, después de perder a su querido Ser Jorah en la Batalla de Invernalia y a otro de sus dragones de forma totalmente inesperadas, Daenerys sufre la muerte de su amiga y confidente y se queda aún más sola, más herida y, lo que es más importante, más enfurecida. La Reina Dragón ha sido golpeada con dureza... y todos saben que ella está dispuesta a devolver el golpe. Cueste lo que cueste.