El sexto capítulo del hasta ahora tan glorioso como críptico regreso de ‘Twin Peaks’ ofreció a los fans de la extraña criatura alumbrada por David Lynch y Mark Frost la respuesta a una de las preguntas que se han estado haciendo desde el comienzo de la serie.

Concretamente desde que el agente Dale Cooper irrumpió en el pueblo de las colinas gemelas hablando de árboles y la excelente tarta de cerezas de su almuerzo a su grabadora.

(Atención: esta noticia contiene spoilers)

Efectivamente y sí. Tras más de un cuarto de siglo oyendo hablar de ella, los seguidores de Twin Peaks han puesto al fin rostro a Diane, la mujer a la que el agente Cooper dejaba durante las dos primeras temporadas de la serie toda clase de mensajes, recados y confesiones en su grabadora.

Y, tal y como se venía rumoreando desde que su nombre apareció en la monumental lista de nuevos fichajes que iban a participar en la resurrección de la serie, es Laura Dern -protagonista de la última película estrenada por Lynch, ‘Inland Empire’- quien da vida al ya legendario personaje. Una mujer que es, en palabras del propio agente Cooper, "una interesante mezcla entre una santa y una cantante de cabaret".

Fue el también agente del FBI Albert Rosenfield (interpretado por el recientemente fallecido Miguel Ferrer) quien, cumpliendo órdenes de Gordon (el personaje al que da vida el propio David Lynch) va en busca de Diane y encuentra a la secretaria, hasta ahora invisible, de Cooper en un bar. Ella puede ser la clave para que sus compañeros consigan dar con Dale, que -aunque haya más Kyle MacLachlan que nunca pululando por el universo lynchiano-, según la versión oficial lleva 25 años desaparecido.

Y es que ni Albert ni Gordon se fían de que ese hombre de fría mirada y melena chorretosa que tiene la cara de Cooper... sea realmente Cooper. "Ella", Diane, es quién mejor le conoce y quien puede desenmascarar al impostorMisterio resuelto.

Diane, que en su esperada irrupción en pantalla no pronuncia ni una palabra, le basta con su impactante corte de pelo, no es ni un delirio de la compleja mente de Cooper, ni un producto salido de alguna de las Logias, ni tampoco -quizá la teoría más genial de todas las que han ido apareciendo durante estos 25 años- el nombre de la grabadora a la que hablaba Cooper. Diane existe. Y es, y siempre ha sido, Laura Dern.